En estos momentos en que la obesidad destaca en los esfuerzos de los gobiernos estatales y municipales en el sector público y privado, en el ámbito de educación, en los temas de las conferencias y congresos, difundiendo medidas individuales y de grupo, a través de legislaciones, programas y campañas que ayuden a la población a entender lo perjudicial de los malos hábitos alimenticios y la repercusión del sedentarismo como un mal de la vida moderna o el abuso de las cantidades en las comidas de los restaurantes, aunado a la publicidad de los alimentos industrializados sobre los naturales y la ignorancia que nos impide comprender las etiquetas de alimentos.
Durante muchos años los médicos y nutrió logos dentro de las instituciones de salud y en la consulta privada hemos atendido cada vez más frecuentemente casos de obesidad grave o mórbida con IMC de 50 o con “apenas” el 30, pero ya con síndrome metabólico y sus complicaciones a los 25 o 30 anos, pero debemos destacar algo muy importante; hemos dejado de lado el sobrepeso, que desde hace tiempo amenazaba como un verdadero mounstro que venía detrás, y por un buen tiempo solo regañamos al paciente y le prohibimos el pan y las tortillas de la dieta pensando que lograríamos que revertiría a un peso saludable, pero no fue así; llegamos al presente con cifras nada honrosas de primeros lugares de obesidad a nivel mundial.
Se convirtió en un problema fuera de control y seguimos trabajando, con los fármacos que han sido aliados en esta lucha contra el peso desde siempre, con la cirugía bar iátrica, la cirugía plástica, los métodos alternativos, los gimnasios, los médicos especialistas, los nutrió logos, las compañías de suplementos y complementos alimenticios, la televisión como nuevo médico, los aparatos de ejercicio, la Internet, la industria alimenticia con sus pequeñas porciones igual de híper calóricos, hasta los mentalcitas, la comadre, los magos y los charlatanes que ofrecen curas milagrosas sin esfuerzo.
Hemos mandado estos mensajes en forma desesperada, inmensa, sin fronteras, sin limitación, insistente y permanente.
Me atrevo a sugerir, detenernos a pensar si este proyecto de naciones, por el control de peso, no está cobrando ya la factura, incrementando la aparición de casos contrarios con aversión al exceso de peso, a la bascula, a la comida, a la imagen “rellenita o redondita” de nuestra hermana o de nuestra madre o padre, exaltando la delgadez, los cuerpos musculosos, “el abdomen de lavadero” la figura ideal, la cintura de muñeca, las tallas “S”, “petit” “cero y doble cero”, que si bien es cierto, que se requiere el factor psicológico para que se desarrollen enfermedades como anorexia, vigorexia o bulimia, debemos evaluar como, cuando y a quienes estamos informando, puede repetirse lo sucedido con el sobrepeso.
Es una muestra que cada vez encontramos más chicas y chicos adolescentes extremadamente delgados en los grupos de ejercicio, en los de alto rendimiento, en los gimnasios, en las plazas comerciales, en las tiendas de ropa, obsesionados buscando identidad, aceptación, aprecio, imagen, etc.,
Estos trastornos ya no son solo de la elite de los artistas o modelos, se encuentran ya en nuestras familias, en las universidades donde estudiamos, con nuestros compañeros de trabajo, etc.
No acuden a la consulta porque bien sabemos que en estos trastornos creen que no necesitan ayuda, que lo tienen todo controlado y no requieren que nadie más lo sepa, no buscas sermones del que “nada entiende” por más medico, nutrió logo o psicólogo especializado que este sea.
Me atrevo a insistir en que, para atender obesidad y evitar convertirlo en obsesión por el control, no debemos redundar en el peso saludable,, sino en la condición saludable, en los anos con calidad de vida, en los beneficios del ejercicio; que van más allá del concepto pobre de una estrategia para bajar de peso o “comer lo quieras”, en los hábitos de vida y no hábitos alimenticios, en las formas de enfrentar el ambiente obesogénico en el que estamos inmersos, en el rescate de nuestra cultura gastronómica y en el manejo multidisciplinario en el mejor de los casos.
Vale la pena reconsiderar, observar y tener cuidado de los resultados que podríamos obtener al tratar una enfermedad tan compleja como la obesidad que aun tiene mucho que enseñarnos.
Articulo escrito por:
Dtta. Lucila Velasco Osorio
Jefe de Servicios de Alimentación y Dietética
Hospital Angeles Tijuana